personas principales, sin embargo de la humanidad que nosotros usamos con los prisioneros: de lo qual son buena prueba el Diputado Matos de Potosi, el Capitan General Pumacagua, el General Angulo y su hermano, el Comandante Muñecas, y otros gefes de partidas fusilados á sangre fria despues de muchos dias de prisioneros.
Ellos en el pueblo del Valle—grande tubieron el placer brutal de cortar las orejas á sus naturales, y remitir un canasto lleno de estos presentes al quartel general: quemaron despues la poblacion, incendiaron mas de treinta pueblos numerosos del Perú, y se deleitaron en encerrar á los hombres en las casas antes de ponerles fuego, para que alli muriesen abrasadosy Ellos no solo han sido crueles, é implacables en matar; se han despojado tambien de toda moralidad decencia pública, haciendo azotar en las plazas religiosos ancianos, y mugeres amarradas á un cañon, habiendolas primero desnudado con furor escandaloso, y puesto á la vergüenza sus carnes.
Ellos establecieron un sistéma inquisitorial para todos estos castigos; han arrebatado vecinos sosegados, llevandolos á la otra parte de los mares, para ser juzgados por delitos supuestos; y han conducido al suplicio, sin proceso, á una gran multitud de Ciudadanos.
Ellos han perseguido nuestros buques, saqueado nuestras costas, hecho matanzas en sus indefensos habitantes, sin perdonar á sacerdotes septuagerarios; y por órden del general Pezuela quemaron la iglesia del pueblo de Puna, y pasaron á cuchillo viejos, mugeres y niños, que fue lo único que encontraron. Ellos han excitado conspiraciones atroces entre los españoles avecindados en nuestras ciudades,