Página:Constitución de las Provincias Unidas en Sudamérica (1819).djvu/63

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pañoles de la península que irresolutos balancean entre si perseveran baxo el yugo ó se proclaman independientes de Fernando. Cómo! i será burlandose de sus vidas que se les inclinará á la obediencia? No servirá mas bien esta crueldad para endurecer sus corazones? Sí; nosotros lo sostenemos: en esa escuela de sangre, que ha abierto ante sus ojos, es donde ellos aprenderán á no ser siervos. Si Hegan á sublevarse, en ella es donde sus almas vacilantes se babrán fortificado contra sus dudas. Ellos vivian perplejos sobre abandonar á su rey; la voz del respeto paternal les gritaba—deteneos: es vuestro soberano......Y tu, legislador imprudente, tú habrás fijado su voz trémula; tú has brás apagado en ellos la dulce ternura del amor filial; tú los habrás precipitado á la insurreccion. in Con respecto á nosotros los efectos aun fueron mas justificados; sus excesos en uno y otro hemisferio acabaron de borrar toda disposicion á favor de su vasallage. Perseguidos á todo ultrage por su fiereza, él mismo nos hizo conocer que solo la independencia era la tabla saludable para llegar á una isla afortunada. Dimos por fin el tercer paso, que nos indicaba la naturaleza, y nos declaramos independientes. Gracias al odio irreconciliable que nos produjo tanto bien! Ciudadanos, vedos aquí desde esta época en un siglo enteramente nuevo: ya no pertenecemos á la España, sino á nosotros mismos. Enemigos de un rey ingrato concentrarémos en adelante nuestros proyectos y nuestras fuerzas en el plan único de nuestra felicidad. Las almas tímidas, que solo juzgan de la suerte del Estado por las menguadas dimensiones de su fortuna, creyeron que nuestra existencia exigia siempre estar unida á la de España. Se engañaron. Verú el mundo que podemos ser autores de esta nueva creacion.