LECTURAS VARIADAS 311
juntamente con un poco de substancias que daba la carne salada que estaba al fuego y plantó el horno im- provisado en medio de la hoguera.
— Si no es pan será parecido... y ¡seguramente, mejor que nada!
— A todo esto — preguntó Smith, alzando la cabeza y desperezándose — ¿adónde estaremos en este mo- mento?... ¿Se ocupó alguno de averiguarlo?
— Estamos en Bahía Valentín — dijo Avutarda. — ¡En cuanto abrí los ojos la conoci!
— Y yo también — afirmó Matías — estamos en cl sur de la Bahía Valentín, y por muy poquito no la erramos y vamos a dar a Buen Suceso o sea al infierno... He visto, además, las cumbres de los montes Negros que como sabrán, no se pueden confundir : son cinco picos que parecen una mano abierta que se alzara...
— Pero entonces — repitió Smith como desconcertado — ¿no tenemos adónde ir?... ¡Más feliz ha sido el pobre Calamar!
— ¿Por qué?... Podemos ir a Buen Suceso; tal vez hallemos algún barco de esos que vienen de Lemaire o de la Isla de los Estados; si no, podemos! ir para Puerto "Español y buscar los lavaderos.
— ¡Bueno, bueno! — interrumpió la Bscdafilt — ¡Digan claro : más vale morirse por aquí, no más!... ¿No cuentan el hambre, ni las distancias, ni la fatiga, entonces? ¿Creen que esta costa es la bodega del cuther, donde había de todo?
— ¡Bah!... — dije yo: — ¿Somos hombres, sí o no?... Mientras yo pise tierra, no me echo a muerto : ¡No fal- taba más! ¿Qué te parece, Oscar?
— ¡Me gusta!... Yo siento lo que ha ocurrido pero... ¡a lo hecho, pecho!