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viente a él, destacándose majestuoso sobre el amplio horizonte de la pampa bonaerense, engañó la fantasía popular, que vió un rasgo característico donde no había más que un ser exótico, transportado a la pampa, Dios sabe por qué capricho del destino.
Hermoso como árbol lo es, sin duda; mas sus frutos... su madera... su resistencia... todos los conocemos.
Otro árbol, no tan porteño como el ombú, se lleva mis simpatías; y ahí veréis lo que de él dice su compro- vinciano, don Samuel Lafone Quevedo. Digo así, por- que el algarrobo despliega su mayor validez allá, en lo que los de aquí solen:os llamar tierra adentro,
« Arbol más útil que el cardón (1) sólo se hallará el algarrobo : el negro para toda clase de construcciones, el blanco para enterrado. En invierno larga la hoja a impulso del viento y ésta sirve de alimento a las bes-. tias en tiempo en que falta el pasto del campo.
« El loro de estos árboles es la verdadera goma ará- biga y se llama mitu por los criollos, y al pie de los tron- cos deposita otra resina con que tiñen la lana. La flor es amarillenta y se llama pichusca (2), es larga y Cilín- drica en lugar de ser esférica, como la del aromo o es- pinillo. La fruta es una vaina larga, dulce, pero de gusto algo fuerte. De la blanca se hace aloja, que es la cerveza del país; y la negra es molida después de seca, para hacer el famoso pan de algarroba, llamado patay, que todos conocemos. Es éste un alimento tan fuerte que no se libra de una carraspera el que Jo toma por primera vez o se excede en la cantidad.
(1) Cereus, plantas características de la región seca del N. O. (2) Plebusca, quiore deolr cosa derramada como sl fuera el clerre de esta flor. Cuando cae la flor, se dice que el algarrobo está pichusqulando.