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CRÓNICAS
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atacara de flanco. Tuvo dos bajas y algunas averías, de momento, en el cierre de una pieza.

Batería de la Princesa.―Ésta y la del Escambrón eran las dos únicas baterías de la plaza de moderno emplazamiento, aunque con débil artillado; el sitio estaba admirablemente escogido, en desmonte, oculto por la vegetación de la costa y con repuestos y hospitales de sangre a prueba de bomba. Dichas baterías eran invisibles para la escuadra y sólo podían ser ofendidas por tiro indirecto. Mandaba la primera el capitán Aureliano Esteban, y no tuvo novedad ni en los sirvientes ni en el material.

Batería del Escambrón.―Estaba al mando del capitán Aniceto González, que, desde teniente, servía en Puerto Rico; mejor batería que la anterior, situada en la punta Este del islote de San Juan, tenía un bello campo de tiro, y estaba artillada con obuses de 24 centímetros, de giro central, que, con su tiro curvo, podían haber hecho mucho daño a las cubiertas de los buques enemigos. El capitán González, hombre de mucha experiencia, aguantó a pie firme las tres horas del combate, sin disparar un solo cañonazo; porque, según él dijo, y tenía razón, el enemigo estaba fuera de tiro.

El capitán González, hoy coronel del Cuerpo de artillería, recibió orden estricta de no hacer fuego. Tal orden fué un error lamentable, que me veo en el caso de criticar severamente. No importa que la escuadra estuviese fuera de tiro; la batería del Escambrón debió hacer fuego con su máximo alcance, si no para ofender al enemigo, cuando menos para invitarlo a la pelea, invitación que tal vez hubiese sido aceptada.

Batería de la Princesa que mandó el capitán Aureliano Esteban Abella.
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