rompió el fuego y se lanzó contra el Saint Paul a toda velocidad, evidentemente con la intención de dispararnos un torpedo. Mi buque mantuvo su posición sin moverse, proa al Este, y esperó el ataque. Cuando el destróyer llegó a 5.400 yardas comenzamos a cañonearlo, siendo admirable la seguridad del fuego. Aunque la distancia era grande, observamos que los proyectiles caían junto al buque enemigo y muy cerca. Súbitamente el Terror puso proa al viento, presentándonos la banda de babor, y, al parecer, con averías, no dejando de disparar, aunque sus proyectiles caían cortos.
Yo lo estaba observando desde el puente alto con mis gemelos, que eran de gran alcance, y pude ver cómo un proyectil explotó contra su casco, a la altura de la última chimenea; inmediatamente viró, dirigiéndose al puerto a mucha velocidad, aunque con señales de haber sufrido daño. En vez de tomar el camino por cerca del Morro, como lo había hecho a su salida, siguió hacia el Oeste, y cuando llegó a la altura de la isla de Cabras, daba bordadas hacia el Sudoeste y Oeste, buscando el canal, pero claramente en malas condiciones de manejo. El crucero español, al parecer, alarmado, entró al puerto detrás del Terror.
Desde aquella fecha he recibido informes por diferentes conductos, de que el destróyer fué alcanzado por dos remolcadores que le prestaron auxilio a su llegada al puerto, y que estuvo a punto de irse a pique. Uno de mis informantes me dijo que el Terror fué varado y su tripulación enviada a tierra mientras las bombas achicaban el agua que lo inundaba; todos agregan que dicho buque fué tocado por tres proyectiles, y que un ingeniero y otro hombre de la tripulación murieron. También me informaron de varios heridos y que las averías eran serias, pero que las reparaciones habían comenzado en el acto y seguían día y noche.
Un proyectil había tocado en el puente y otro penetró en la cámara de máquinas; el timón y guardines, decían, fueron averiados. Debo añadir que mi información procede de personas que sólo vieron el exterior del buque a poco de regresar al puerto, pero que no saben indicar técnicamente las averías del interior.
Mucha gente situada sobre la parte más elevada de San Juan presenció el combate.
Tan pronto el Terror entró en puerto volvió a salir el crucero, acompañado esta vez de un cañonero; rodearon el Morro, y a poca velocidad siguieron rumbo al Este, muy aterrados y al abrigo del cañón de la plaza y fuera del alcance de los míos; no vi otra razón de esta maniobra que el deseo de atraerme hacia las baterías españolas de tierra. Mi buque permanecía inmóvil, proa al Oeste, prácticamente en su posición inicial.
A las 4.45 pusimos proa al Este siguiendo un curso paralelo al de los buques españoles; entonces éstos viraron entrando en puerto. El Saint Paul no fué alcanzado por el fuego de los buques enemigos durante todo el combate.
El Yosemite llegó en la tarde del 25, y yo debía salir para New York el 27; pero juzgué que el bloqueo debía ser reforzado, para lo cual y mientras el Terror estaba en reparaciones, mi deber, como lo hice, era avisar al comandante en jefe. Me dirigí, pues, a la Mola, Haití, y comuniqué mi recomendación.....
El rápido y seguro fuego dirigido al Terror por el Saint Paul, cuya tripulación tenía menos de mes y medio de práctica, refleja el mérito contraído por el segundo comandante W. H. Diggs y demás oficiales.....
(Firmado.) C. D. Sigsbee. Capitán, U. S. N., Comandante. Al secretario de Marina.