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CRÓNICAS
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¿Cómo está usted de salud?—¿Cree usted que alguien deba ir a relevarlo?—¿Se encuentra hábil para seguir en su puesto? ¿Qué cree usted? Cuídese mucho.

Zumbón era el cable, y a todos, menos a Shafter, pareció una invitación a que renunciase su cargo de general en jefe.

Al siguiente día, 4 de julio, a la una y diez y seis de la mañana, se recibió en Casa Blanca este lacónico despacho:

Playa del Este, vía Haití.—Julio 3, 1898.— Cuartel General del 5.° Cuerpo. Wáshington.—Mantendré mi presente posición.—Shafter, Mayor General.

La Prensa Asociada se había apoderado del célebre cable del día 3, levantando una gran polvareda, que calmó, aunque sólo parcialmente, la victoria de la escuadra de Sampson, mandada aquel día por Schley. Para sostener el espíritu del país y del Ejército de operaciones, ya que su comandante no renunciaba, porque, según decía en cable el día 4—«aunque estoy muy exhausto, he comido un poco esta tarde, después de cuatro días de ayuno; las buenas noticias nos animan a todos», se ordenó al general Miles que, con toda la urgencia, y acompañado de refuerzos, corriese a Santiago de Cuba para salvar el prestigio de las armas y el honor de la Nación, puestos en peligro por las vacilaciones de aquel comandante en jefe [1].

Miles, que era un hombre de acción, salió de Wáshington a las diez y cuarenta de la noche, julio 7; llega a Charleston el 8, aborda al Yale, que ya estaba en marcha abarrotado de tropas, y en este buque, y acompañado del Columbia, también con refuerzos, arriba frente a Santiago de Cuba el día 11, a tiempo en que Sampson y su escuadra llevaban a cabo uno de sus más inefectivos bombardeos; conferencia con el almirante; vuela al Siboney; quema este campamento, invadido por la fiebre amarilla; y tan pronto saluda a Shafter, envía al general Toral, en quien había recaído el mando de la plaza sitiada, una urgente demanda de rendición. El prestigio del generalísimo y los refuerzos que trajo, que él no olvidó consignar en su carta, pusieron fin a las vacilaciones del comandante español, y después de varias conferencias,

  1. Todos los generales del ejército expedicionario, menos Shafter, todos los cirujanos mayores, y el mismo Teodoro Roosevelt, dirigieron al secretario de la Guerra, Mr. Alger, un memorándum en el cual se pedía la repatriación de todo el ejército, alegando lo caluroso de la estación, las bajas sufridas y, principalmente, los brotes de fiebre amarilla acaecidos entre las tropas. Este documento, llamado después robin round, y que fué firmado en círculo para que nunca pudiese ser identificado el primer firmante, cayó en manos de la Prensa Asociada, y su publicación conmovió profundamente al pueblo americano, llegando la alarma hasta el Capitolio y cundiendo mayor desaliento por toda la Nación.
    En tales circunstancias, y cuando el general Shafter confesaba su fracaso por la entrada en Santiago de la columna de refuerzo al mando del general Escario, y cuando estaba próximo el levantamiento del cerco, el general Toral, empujado por Linares, sale al campo, bajo bandera de parlamento, y..... propone la rendición, no sólo de las fuerzas defensoras de Santiago, sino también de otras, muy numerosas, situadas algunas a más de cien millas de distancia.
    Al leer y releer en Wáshington toda la documentación referente a este suceso, experimenté asombro, primero; tristeza después.—N. del A.