fueron estos: Vicente Ferrer, cabo de Mar, nacido en Valencia; Agustín Barrenechea, alcalde del poblado, vizcaíno; Juan María Morciglio, práctico del Puerto y actualmente capitán del mismo; Robustiano Rivera, torrero, y Simón Mejil, tonelero, eran portorriqueños.
La defensa.—Guánica, uno de los mejores puertos de la Isla y por donde siempre se temió un desembarco, estaba a la sazón custodiado por once guerrilleros de
caballería al mando del teniente Enrique Méndez López. Como no había tercerolas en el Parque para armar a todos los guerrilleros montados, estos hombres llevaban fusiles Remington, los cuales habían sido convertidos en tercerolas por un simple recorte del cañón.
Ya dijo el teniente Huse que al arriar la bandera española en la casa del cabo de Mar, algunas balas silbaron sobre su cabeza; eran el teniente Méndez y sus once guerrilleros quienes, ocultos detrás de las últimas casas del poblado, cerca de la calle nombrada después «25 de Julio», disparaban sus armas sin detenerse a contar las fuerzas del enemigo; eran doce hombres haciendo frente a toda la brigada Garretson y a los buques de guerra del capitán Higginson.
Al sonar los primeros disparos, los cañones del Gloucester y los rifles de los marinos desembarcados contestaron el fuego. Muy pronto el teniente Méndez y dos guerrilleros caían heridos; los nueve restantes, picando espuelas, se corrieron camino de Yauco y allí esperaron refuerzos.