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A. RIVERO
 

Como también solicita usted algo que fije mi juicio actual sobre aquellos remotos sucesos, le complaceré, aunque en forma breve.

Creo y pienso hoy, exactamente, como pensaba y creia en el mes de agosto de 1898. Puerto Rico es y será siempre, para dicha suya, un territorio americano. No fué culpa nuestra, porque en ello no tuvimos intervención, el cambio de soberanía, desp.ués de cuatrocientos años de dominación española. No creo ni lo deseo que jamás se arríe, en nues- tra Isla, la bandera de la Unión. Y aunque mis actuaciones, durante aquella guerra, me hicieron blanco de acerbas censuras, y a pesar de que hoy mismo no todos los fajardeños comparten mis opiniones, me siento satisfecho de cuanto hice, nada en provecho propio y sí para evitar a mi ciudad nativa un día de luto y sangre.

Yo regué en los campos de Fajardo las semillas que encerraban los deberes y derechos que informan la Constitución del gran pueblo ame- ricano .

Esto creí y esto creo. Si estoy equivocado, las futuras generaciones darán razón a quien la tenga.

Soy cordialmente suyo, amigo afectísimo,