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Página:Crónica de la guerra hispano-americana en Puerto Rico.djvu/428

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A. RIVERO
 

algunos que lo rehusaron. El general Macías no devolvió prisionero alguno porque en los diez y nueve días que duró la campaña ni un solo soldado de los Estados Unidos pudo ser capturado por fuerzas españolas. William Freeman Halstead, corresponsal del Neiv York Herald^ el cual sufría sentencia de un Consejo de Guerra en el Presi- dio provincial, fué indultado. Entrega de las poblaciones. — Por espacio de sesenta y cinco días tuvo lugar,, paulatinamente, la entrega de todas las poblaciones de la Isla que no habían sido ocupadas durante la guerra por el ejército americano, así como los cuarte- les, aduanas, capitanías de puerto, hospitales y comandancias militares y otras dependencias y oficinas militares y civiles del Gobierno español. En el Apéndice encontrarán los lectores un estado en que consta la fecha que se fijó por la Comisión mixta de entrega, para la toma de posesión de cada pueblo por las fuerzas ameri- canas. Un telegrama. — El general Miles envió, con fecha 21 de agosto, el siguiente des- pacho: Ponce, P. R., 21 de agosto, 1898. vSecretario de la Guerra. — Washington. Todo cumplido como se deseaba; sólo faltan detalles que deben ser arreglados por los comisionados de la evacuación. Algunas fuerzas españolas están marchando hacia vSan Juan, como preparación para su embarque a España. Tengo 106 cañones, morteros y obuses, de campaña y sitio, los cuales pensaba emplear contra San Juan en caso de que las fuerzas españolas no hubiesen podido- ser capturadas en el resto de la Isla. Puede usted servirse de esta artillería si la cree necesaria en otro sitio. Entre ella hay diez poderosos cañones dinamiteros de cam- paña. Si son precisos puedo enviarlos en seguida con sus hombres y municiones con destino a Manila, vía New Orleans y San Francisco. Espero salir pronto para Washington. — Miles. Los corresponsales. — Los pueblos más importantes de la Isla, y principalmente San Juan, fueron muy visitados por gran numero de corresponsales de la Prensa americana, alojándose un buen número de ellos en el Hotel Inglaterra, de Anacleto- Agudo. Luis Muñoz I^ivera y otros hombres de alta posición en la política del país, cele- braron conferencias con aquellos periodistas, y en estos días el cable inglés guardo- en sus cajas mucho oro americano transmitiendo despachos a la Prensa asociada, no- pocas veces sin valor ni importancia. San Juan había recuperado su aspecto normal; todas las casas abrieron sus balcones, y los paseos y plazas veíanse m.uy concurridos. En pública subasta. — No era posible enviar a España todo el inmenso material existente en cuarteles, dependencias, pabellones, oficinas, almacenes, hospitales y parques. Los periódicos de la ciudad publicaron repetidos anuncios de subastas públicas y se vendieron al mejor postor, y más tarde a cualquier precio, muchas