que se observe dicha suspensión por las fuerzas del Ejército y Marina a sus órdenes. La suspensión de hostilidades acordada, por el momento, entre el Gobierno de Es- paña y los Estados Unidos, significa hasta ahora el statu quo, conservando los con- tendientes sus respectivas posiciones.>> El Coronel jefe de E. M., Juan CAMÓ. El 29 tomó puerto, en San Juan, el primer buque de guerra americano, después de firmado el Armisticio; fué el New Orleans, capitán Folger, y al siguiente día lo hizo el Wasp, teniente Ward. El capitán Folger saltó a tierra, y acompañado del de
Orden público, Soto, se dirigió a las oficinas del cable; otro oficial del mismo cru-
cero visitó, en sus oficinas del Arsenal, al comandante general de Marina, Va-
llarino.
Había terminado la guerra. En sus últimos momentos, tropas españolas, después
del combate del río Guasio, se retiraban sobre Lares; en el Asomante y en el Gua-
maní ondeaba aún la bandera española y sus defensores respondían tiro a tiro al
fuego enemigo. Es cierto que, contra ambas posiciones, columnas flanqueadoras es-
taban avanzando para proteger y auxiliar el ataque frontal; pero como esos flanqueos
no tocaron a su fin, nada puedo decir de unas operaciones de guerra suspendidas a
poco de iniciadas.
Puestos al habla, por telégrafo, desde Ponce a Santa Catalina los generales Miles
y Macías, cambiaron los cumplidos naturales en dos comandantes de Ejército que
desde el día anterior habían cesado de considerarse enemigos. De común acuerdo
cada fuerza se mantuvo en sus posiciones y altos piquetes con banderas blancas mar.
caron las líneas opuestas.
Seguidamente comenzó la entrega de heridos y prisioneros españoles, excepto
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