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A. RIVERO
 

Entrega progresiva de la Isla.-Al cesar las hostilidades el día 13 de agosto, las fuerzas americanas estaban en posesión de las siguientes poblaciones: Ponce, Juana Díaz, Coamo, Arroyo, Guayama, Yauco, Peñuelas, Guayanilla, Sa- bana Grande, San Germán, Mayagüez, Cabo Rojo, Las Marías, Hormigueros, Adjun- tas, Utuado, Maricao, Lajas, Santa Isabel, Salinas, Añasco, Aguada y Moca. Total, 23 poblaciones. En las 48 restantes flotaba aún la bandera española. Desde las primeras sesiones que celebró la Comisión conjunta de entrega, se trazó un cuadro, en el cual y teniendo a la vista el mapa de la Isla, fué señalada la fecha en que cada población debía ser ocupada por fuerzas de los Estados Unidos, y aunque muchas de ellas no tenían otra guarnición que algunos números de la Guardia civil, en todas se hizo la entrega con las más estrictas formalidades, evacuando seguidamente la población las fuerzas españolas. En ciudades de importancia, tales como Arecibo, la ceremonia revistió mayor esplendor. El comandante del 6.° de Massachusetts, Charles K. Darling, recibió órdenes de venir desde Utuado, donde se hallaba con las compañías I, H, K y L; envió la Ha Manatí y la K a Barceloneta, y con las dos restantes llegó a la finca del doctor Watlington, distante dos millas de Arecibo y allí pasaron la noche del 13 de octubre. Al siguiente día, martes, a las tres de la tarde, tuvo lugar la ceremonia de la evacua- ción y antes del acto se colocaron centinelas americanos desde la estación del ferro- carril hasta la población, con instrucciones de que las fuerzas españolas, al salir, no fuesen molestadas. A la hora mencionada, todas las fuerzas de la guarnición, al mando del teniente coronel Augusto Pamies, fuerzas que eran de Alfonso XIII, Guardia civil y Orden público, formaron a la izquierda de la casa Ayuntamiento. Frente a este edificio se colocaron el comandante Darling y su tropa, y este jefe recibió en el salón de actos de la casa Municipal toda la correspondiente documentación, sirviendo de intérprete el joven Bonocio Llensa, nombrado para este cargo por el general Henry. La esposa del teniente coronel Pamies pasó en aquellos momentos en coche hacia la estación, cubriéndose la cara con su pañuelo y fué despedida por los fami- liares del cónsul inglés. Seguidamente Pamies hizo desfilar su fuerza en columna de a cuatro hacia el tren, y siguiendo luego a San Juan sin que ocurriese el menor incidente. El coman- dante Darling, por un impulso de militar caballerosidad, había ofrecido al jefe es- pañol, y así lo cumplió, no izar la bandera americana hasta que el tren hubiese par- tido; pero sucedió un incidente que debo mencionar. Aún no había terminado el acto de la entrega, cuando apareció una bandera americana, saludada por ¡vivas!, en un balcón cercano; acto seguido fué retirada, de orden del comandante americano, y la ceremonia siguió su curso.