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CRÓNICAS
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dos, alegando no tener espacio disponible, el general Ortega envió a bordo un piquete armado que ocupó militarmente el vapor, y sin dificultad alguna pudo aco- modar toda la tropa a sus órdenes, y hasta algunos funcionarios civiles que le acom- pañaban. Este fué el último rasgo de entereza que demostró en Puerto Rico dicho general. El general Macías y su Estado Mayor habían abandonado la ciudad el día 16 de UTE

Ultima tierra española en Puerto Rico: Arsenal de la Marina, San Juan.

octubre a bordo del vapor Covadonga. Con la anticipación necesaria, todas las fuer- zas que guarnecían la plaza se tendieron en doble línea desde el Palacio a los muelles; a su paso las músicas y bandas batían la Marcha Real, acompañándole, además de sus ayudantes, el secretario de Gobierno doctor Benito Francia, el Presidente y los miembros del Gobierno insular, los cónsules extranjeros y todos los jefes y oficiales francos de servicio y comisiones de los organismos insulares, y ade- más el alcalde de San Juan y concejales. San Cristóbal despidió al último capitán general de Puerto Rico con una salva de 21 cañonazos. Las formalidades que acom- ñaron la marcha del gobernador fueron idénticas a las que tuvieron lugar el día de su desembarco en la ciudad. Los habitantes de la misma le tributaron una cariñosa y entusiasta despedida.