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CAPITULO XXVI
ADIÓS A LA BANDERA
EL 22 DE OCTUBRE. — EL 23 DE OCTUBRE. — VUELTA A LA VIDA CIVIL


L 22 de octubre, a las cuatro de la tarde, el 12.º batallón de

artillería (ni batallón) salió del Arsenal, con bandera desplegada, mientras la banda de cornetas batía la Marcha Real, Vibró el clarín de órdenes, y la tropa hizo alto en la explanada cerca del muelle.

El general Ortega, rodeado de sus ayudantes y de un buen número de amigos personales, habló así, con voz temblorosa y húmedos los ojos:

-¡Adiós!, nos vamos; amo a Puerto Rico y a sus nobles hijos; deséoles hoy un dichoso porvenir. ¡Adiós a San Juan!, plaza de la que fuí el último gobernador por la Corona de España. No la rendí, ¡no! Usted sabe (dirigiéndose a mí) que antes de arriar la bandera frente al enemigo, hubiéramos volado la Santa Bárbara de San Cristóbal. Cedí la plaza, porque soy un soldado y debo obediencia a los Poderes constituídos. ¡Adiós.....!

Lágrimas ahogaron su voz, y no fué sólo el general Ortega quien llorara aquella tarde. Atracaron lanchas y falúas, y en poco tiempo, el General, sus ayudantes y todo el batallón abordaron el Montevideo; al siguiente día, por la tarde, debía zarpar la expedición. No subí a bordo; en un bote de vela me mantuve al costado del buque, enviando al general una caja de cedro que contenía TODAS LAS BANDERAS DE LOS CAS- F'ILLOS, BATERÍAS Y EDIFICIOS DEL GOBIERNO. Estas banderas no fueron arriadas el 18 de