LA GUERRA, AL EJÉRCITO AMERICANO
ESDE el mismo día en que fuerzas americanas desembarcaron por Guánica, una sacudida política conmovió todo el Sur y Oeste de Puerto Rico, y sus chispazos llegaron hasta otras jurisdicciones. Yauco, Sabana Grande, Ponce, Juana Díaz, Cabo Rojo y algún pueblo más, habían sido, durante los últimos años, refugio y cuartel general de la mayor parte de los separatistas portorriqueños. Fracasada la intentona de invasión, preparada en Nueva York por el doctor Henna, Roberto Todd, Mateo Fajardo, Antonio Mattei Lluveras y otros, con ayuda del Gobierno revolucionario de Cuba y de ciertos políticos de Washington, parecieron adormecerse las impaciencias independentistas; la declaración de guerra avivó la llama de tales ideales, llama que propagó el fuego a gran parte de la Isla.
Eduardo Lugo Viña, Mateo Fajardo, Ricardo Nadal, Matos Bernier, Celedonio Carbonell, Rodulfo y Rafael del Valle, Antonio Mattei Lluveras y otros hombres de acción, que siempre soñaron con ver flotar la bandera de la estrella solitaria en los castillos de San Juan, aprovechando la oportunidad, se lanzaron a los campos al frente de partidas de carácter políticomilitar, algunos, y otros se unieron a los cuarteles generales del ejército invasor, ofreciendo y prestando sus servicios como intérpretes, guías y consejeros.