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A. RIVERO
 

Al ejército americano acompañó, en todas sus operaciones, un excelente personal y material de sanidad, llamando la atención los hospitales de sus campamentos y sus lujosos trenes de ambulancias. Las nurses que vinieron a bordo del transporte Lampasas fueron, después de los marinos del Gloucester, las primeras en tomar tierra en Guánica. Además de los hospitales de campaña establecieron otros semi-permanentes en las distintas poblaciones que ocuparon las fuerzas invasoras durante el progreso de la campaña, y sus facultativos lucharon heroicamente para extirpar los brotes de fiebre tifoidea desarrollados entre las fuerzas del general Miles, gérmenes que, indudablemente, fueron transportados desde Santiago de Cuba. También aumentó en proporción alarmante el número de enfermos, la gran cantidad de frutas fuera de sazón, y hasta algunas verdaderamente nocivas, que consumían los voluntarios americanos.

Fueron tantas las enfermedades registradas, que en Utuado y en la segunda quincena del mes de agosto, fué preciso establecer tres hospitales: uno exclusivamente para enfermos de fiebre tifoidea que llegó a contener 6o, el segundo con 65 camas y el tercero con 20, todos para atender a los enfermos de una parte de la brigada Garretson, que estaba acantonada en dicha población. Según nota oficial que tengo a la vista, el día 16 de agosto de 1898 la mitad del 6.° regimiento de Massachussetts no podía prestar servicio (unfit for duty) a causa de la epidemia reinante.

En el mes de septiembre llegó a Ponce el buque hospital Bay State, adquirido a un costo de 200.000 dólares, por una asociación creada en el Estado de Massachussetts y que se llamó «Volunteer Aid Association», y en el cual fueron enviadas a las tropas americanas gran cantidad de camas de campaña, vendajes, pajamas, sábanas, artículos de toilet y cirugía, drogas y frutas. Este buque hospital hizo más de un viaje y siempre condujo grandes cargamentos de artículos que fueron de suma utilidad al ejército de los Estados Unidos en Puerto Rico. Otros dos buques hospitales, el Relief para el servicio del ejército, y el Solace para el de la Marina, también prestaron buenos servicios. El Relíef en una ocasión tuvo alojados 500 enfermos.

Ingenieros.—El Cuerpo de Ingenieros Militares, en Puerto Rico, tenía por sub-inspector al coronel D. José Laguna Saint Just, y regular número de jefes y oficiales y, como única fuerza auxiliar, una sección de ingenieros telegrafistas que fueron los encargados de manejar los heliógrafos durante toda la guerra. Debido a las pasividades del Alto Mando, contadas oportunidades tuvo este Cuerpo para prestar sus servicios, limitándolos a la construcción de algunas baterías de campaña, en el Seboruco de Santurce y varias trincheras en Hato Rey, cerca de Bayamón y en otros sitios; también construyó los resguardos necesarios para emplazar las piezas que trajo el vapor Antonio López; y, por último, dio principio a las obras del cuartel defensivo de San Ramón, sabiamente ideado, pero que no llegó a terminarse. La mayor parte de estas comisiones y obras estuvieron a cargo del capitán del Cuerpo Eduardo González y