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A. RIVERO
 

de las dificultades del momento y de la falta de formalidades reglamentarias con que muchas veces se realizaron estas operaciones, el Cuerpo administrativo probó en esta ocasión una honorabilidad no superada por ningún otro Cuerpo similar de ningún otro Ejército.

Con las fuerzas invasoras americanas llegaron muchas secciones del Comisariato conduciendo diversos cargamentos de víveres, material de hospitales y campamentos, forraje y pienso para el ganado. El primer depósito de importancia fué establecido en Ponce, y más tarde, hubo otros subalternos.

Desde julio 25 a 15 de septiembre, desembarcaron en Puerto Rico 17.460 hombres, 3.667 mulos y caballos, centenares de carros, y, además, ambulancias, cañones, municiones, etc., etc. El depósito de Ponce estuvo a cargo del teniente coronel J. W. Pullman, Cuartel maestre general, con numeroso personal a sus órdenes. Aun cuando hubo bastantes quejas respecto a la calidad de los alimentos, sobre todo referentes a las carnes preservadas, no fué responsable de ello el Cuartel maestre general, del general Miles, quien recibía y entregaba lo que le era enviado de los Estados Unidos.

Telégrafos.—En 1898 había en Puerto Rico un Cuerpo semimilitar de Comunicaciones a cargo de los ramos de Correo y Telégrafo, cuyos oficiales y subalternos, además del servicio de correspondencia, operaban una extensa red de telégrafos con oficinas en casi todos los pueblos de la Isla. Durante la campaña se reforzó el telégrafo, estableciéndose nuevas estaciones militares en Martín Peña, Río Piedras, Aibonito, Dorado, Toa Baja y Santurce, declarándose servicio permanente, y organizando, además, en el mismo palacio de Santa Catalina, una oficina central, en la cual amarraban los alambres de todas las líneas, ejerciéndose así una estricta censura militar sobre todos los despachos que circulaban.

Era jefe de esta estación Urbano Pérez y telegrafistas Rafael Pérez Guindulaín, Ramón Rodríguez González, Juan Prieto y Manuel Lanuza. Los oficiales de guardia se comunicaban cada media hora con los diferentes faros de la Isla, recibiendo todas las noticias referentes al paso de buques enemigos por las costas.

En la noche del día 11 de mayo de 1898 se encontraban prestando guardia en esta oficina los telegrafistas Rodríguez y Lanuza, cuando cerca de las doce se recibió un despacho del faro de Arecibo anunciando que un gran convoy de buques, a juzgar por sus focos eléctricos, se movía en dirección a San Juan y que no contestaba a las señales de luces, convenidas con la escuadra de Cervera, cuya llegada se esperaba por momentos. El secretario de Gobierno, Benito Francia, quien se encontraba en esta oficina al recibirse la anterior noticia manifestó gran alegría, porque, según dijo, «¡aquella era la escuadra española!».

Horas después, un proyectil de la escuadra americana cortó los alambres que unían la estación del Semáforo con la de Santa Catalina, y entonces el telegrafista Ramón Rodríguez fué enviado al castillo del Morro, y allí, en un receso del bombar-