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Seneca, buque carbonero que acompañaba a la escuadra del almirante Sampson.

CAPITULO XXXIII
JUICIO CRÍTICO DE LA CAMPAÑA DE PUERTO RICO


URANTE diez y nueve días, o sea desde el 25 de julio al 13 de

agosto, el ejército de los Estados Unidos, bajo el mando di- recto del generalísimo Miles, realizó una campaña rápida, tenaz e inteligente, aunque, a nuestro entender, errónea en su aspecto estratégico. Las reglas de Logística fueron cuidadosamente observadas en todo lo referente a marchas, itinerarios, campa- mentos, flanqueos, servicios de avanzadas, municionamiento, etc. La estación era muy calurosa, pleno verano tropical, 31° C. a la sombra, con frecuentes chaparrones que inundaban los cam- pos y ponían intransitables los caminos; tales obstáculos fueron vencidos por los Voluntarios y regulares que componían la primera división al mando del general Brooke. Es de admirar la ciega confianza con que las tres pequeñas columnas de Brooke, Schwan y Wilson penetraron en una región montañosa, por caminos que casi siem- pre eran verdaderos desfiladeros y desde los cuales un solo batallón podía cerrar el paso a todo un Cuerpo de Ejército. Los caminos recorridos por los tres comandos resultaban sin enlace ni protección lateral; cada uno tenía que depender de su pro- pia fuerza y esfuerzo. Desde las posiciones españolas en las altas mesetas del Asomante y Guamani sé contempla hacia abajo, y a medio tiro de Máuser, varias millas de carretera clara- mente visibles. Sin auxilio de anteojos pueden distinguirse hombres, animales, casas, árboles y todos los detalles. Tales caminos eran los que debían recorrer los Volunta< rios del general Miles. PROPRE 30