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A. RIVERO
 


En la ruta de Adjuntas a Utuado hay posiciones de extraordinario valor militar; y sobre la de Mayagüez a Las Marías, los Consumos, la hacienda «Nieva» y el cemen- terio de la última población, son tres posiciones que, defendidas con inteligencia y tesón por una retaguardia de las tres armas, son bastantes a cubrir, con éxito seguro, la retirada, por escalones, del grueso de una columna.

El autor ha pasado muchas horas en las alturas de Pablo Vázquez sobre el Gua- maní^ desde las cuales se divisa la casilla del peón caminero, donde adquirió alguna experiencia en agosto 9 el capitán Jas J. VValsh, del 4. de Ohío. También contem- pló, desde lo alto del Asomante^ el paraje donde el capitán Potts y el mayor Lan- caster emplazaron sus cañones el día 12 de agosto de 1 898; y aun no se explica cómo aquel día un solo artillero pudo quedar con vida; un blanco para fuegos de fusil o cañón en el campo de tiro no se destaca con tanta precisión como el sitio a que nos referimos.

Si el capitán Ricardo Ilernáiz, en vez de dos cañones Plasencia hubiese dispuesto de los otros seis de montaña, trasportables a lomo de mulo, aparcados en Martín Peña, seguramente el mayor Lancaster, el capitán Potts y los tenientes O'Hern y líaines hubieran recibido aquel día una verdadera lluvia de shrapnels, haciendo sus posicio- nes insostenibles.

Eo mismo pudo ocurrir en Hormigueros, frente al puente de Silva, si los dos cañones Plasencia colocados en el cerro de Las Mesas lo hubiesen sido junto a la casa de Peregrinos sobre aquel pueblo.

Las posiciones de Guamaní y Asomante^ fáciles de defender y sumamente difíci- les de atacar, acreditan como técnico experto y juicioso al comandante de Ingenieros españoles Julio Cervera, que las eligió y dispuso además las obras de campaña allí ejecutadas.

Contra ninguna de estas posiciones tenía probabilidades de buen éxito un ataque frontal; así lo comprendieron los generales Brooke y Wilson al disponer hábiles flanqueos queiestaban en ejecución cuando se recibió la noticia del Armisticio. Ambos generales, al llevar a la práctica planes que les fueron impuestos, procedieron con valor, inteligencia y estricta observancia de los preceptos del Arte Militar. El flanqueo de Coamo, que produjo el semicopo de la columna Illescas, fué una habilísima operación de guerra realizada por el 16. ° regimiento de Pennsylvania, al mando del coronel Hulings, quien caminó toda la noche, con sus fuerzas, por sendas de cabras y a campo traviesa.

Si la caballería americana, que este día hizo nada o muy poco, en vez de can- sar sus caballos visitando los Baños de Coamo, hubiese subido, cosa fácil, hacia el camino de Palmarejo, ni el convoy Illescas ni la mitad de la columna hubieran esca- pado. En esta jornada se hizo muy mal uso de los cañones; el capitán Anderson, con sus cuatro piezas, se entretuvo en cañonear a 1.200 metros y durante cuarenta minu- tos una endeble y pequeña casa de madera, techada de cinc, situada en una altura