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CRÓNICAS
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además inútil. Más tarde se sacaron de a bordo dos piezas de tiro rápido que fueron montadas en la batería de San Fernando, dominando el canal y bajo el mando de oficiales de Marina. La instalación de torpedos o minas para cerrar el puerto fué en extremo defi- ciente. Sólo como hecho para salir del paso se puede admitir la colocación de minas conectadas a tierra con largos cables, que eran alambres corrientes de transmisión eléctrica, cruzando aguas turbule tas y batidas, frecuentemente, por furiosas mare- jadas. Al levantarse dichas minas, después del Armisticio, todos nos convencimos de que aquellas defensas hubieran sido completamente inofensivas en el momento oportuno. Los dos vapores hundidos en la Boca del Morro, fueron desviados de su posición inicial por las corrientes, a causa de no habérselos lastrado suficientemente. El general Vallarino, comandante principal de Marina, fué el único responsable de todas las deficiencias anotadas. Marinos y tripulaciones estuvieron siempre dis- puestos, cada día y a cada hora, al combate y al sacrificio. Fernández, capitán de puerto, ideó y solicitó salir de noche en la lancha de vapor de la Comandancia, para atacar al buque enemigo con un torpedo de contacto sujeto a una larga pértiga colo- cada en la proa de dicha lancha. Recuerdo que lo trataron de loco. Mortero cónico, de bronce, de calibre 32,4 centímetros. Procede de Puerto Rico. Museo de Artillería, núm. 5. 471 del Catálogo.