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CRÓNICAS
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V

HORMIGUEROS

EL SANTUARIO. LA ROMERÍA.-EL PADRE ANTONIO. RECUERDOS DE LA GUERRA

En la cumbre de un empinado cerro y dominando las ubérrimas sabanas que el río Grande riega y fecunda con sus aguas, se alza el poético Santuario en que desde remotos años se venera a una imagen de la Monserrate, patrona de Hormigueros, alegre y linda villa, cuyas menudas casas se aco- modan y cuelgan en las vertientes del cerro como otros tantos nidos de golondrinas. Ejerce el curato y rige aquella grey el padre Antonio Rodríguez, gallego de Mondoñedo, que llegó a Puerto Rico después de navegar cuarenta días a bordo del velero fonás, el año 1864, y que desde el siguiente tomó posesión de su feligresía, hasta hoy, en que, rayano en los noventa, continúa en el desempeño de su Ministerio, ágil como un mozo, cándido como un niño y creyente a seme- janza de aquellos cristianos de las Catacumbas.

Padre Antonio Rodríguez, cura párroco de Hormigueros.

Habita, en lo más empinado del lugar, espa- ciosa y ventilada casona, techada de tejas de barro y con amplia balconada en que él repasa su breviario, duerme sus sies- tas y vigila, como pastor solícito, el redil que protege a su querido rebaño. No llegan a lo alto ni turban la paz de su refugio, el rudo batallar en la tierra baja, en donde un millar de campesinos y la complicada maquinaria de varias centrales, cultivan los inmensos campos de verdes cañas y convierten su dulce jugo en blancos cristales de riquísimos azúcares.

Padre Antonio es un pródigo; un sacerdote a semejanza de aquel pae Polinar de Pereda, capaz de quitarse los calzones para cubrir con ellos desnudeces del primer pobre que llame a su puerta. De carácter franco y jovial, y abierto, como los venta- nales de su casona, piensa en voz alta, y siempre dice lo que piensa; y por esto sus dichos y ocurrencias, a veces de punzante sabor realista, son populares en Hormigue- ros, en Mayagüez y en toda la Isla. Cada año, el 8 de septiembre, celebra, con creciente pompa, la festividad de su patrona, organizando además la popular romería que precede y cierra el novenario y ceremonias religiosas. Meses antes comienza su labor preparatoria; pide, siempre una poquedad, a sus feligreses, y escribe después centenares de cartas a sus amigos 33