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CRÓNICAS
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cierto es que los pocos vecinos que quedaban en San Juan huyeron hacia las afueras.

— Anoche bajé de mi castillo y me detuve algún tiempo en el quiosco de refres- cos que tiene un tal Domingo en la plaza de Colón. Allí, y sentados en un banco, encontré a Luis Muñoz Rivera y a José de Diego.

Hablamos, amigablemente, comentando largo rato los sucesos y la gran alarma que demostraban todos los vecinos, quienes, en grupos, pasaban frente a nosotros camino de Santurce. Al despedirme les dije: «Tal vez no nos veamos más, porque si la escuadra enemiga ataca de nuevo, como se dice, en un momento u otro perderé la vida, por ser mis baterías las más expuestas de la plaza y sin protección alguna. Como ustedes están autorizados por el Gobernador para residir fuera de la pobla- ción, les aconsejo que se marchen cuanto antes a reunirse con sus familias.»

Entonces, Luis Muñoz Rivera, poniéndose en pie y estrechando mi mano, me contestó: «Es cierto que se nos ha concedido tal permiso, pero no lo usaremos; como oficiales del Gobierno insular, tenemos parecidos deberes a los de usted, que espera la muerte al pie de sus cañones; y si llega nuestra hora, también nos cogerá en nuestros puestos.»

Declaraciones a las que asintió de Diego, y abrazándonos los tres, volví a mi cas- tillo y ellos tomaron por la calle de San Francisco hacia la plaza de Alfonso XIL

Agosto, i. — Han llegado 1 5 carretas de Aibonito conduciendo todo el convoy de «Cazadores de la Patria» salvado en el combate de Coamo. Son descargadas en el cuartel de Ballajá y todas vinieron custodiadas por Guardias civiles.

— En estos días en que los gallos más famosos se han convertido en gallinas debe señalarse con piedra blanca los pocos empleados que continúan en sus puestos Por esto se elogia la conducta observada por los empleados del Banco Español, Ar mando de las Alas, Manuel Sánchez Morales, Juan Deschoudens, Manuel Vicente, Rafael Diez de Andino, Eulalio Vigo, Everardo Virkeb, Enrique Adsuar, Juan Soto Antonio Pérez y Antonio Rodríguez, quienes se han mantenido en sus puestos cum^ pliendo sus deberes.

Agosto, 2. — -Como algunas farmacias de esta ciudad amaneciesen cerradas, el general Ortega ha traído con la policía a sus dueños, exigiendo que tales estableci- mientos permanezcan abiertos.

— Acaba de ingresar en este castillo de San Cristóbal el coronel Leopoldo San Martín, que capituló en Ponce a la llegada de las fuerzas navales de los Estados Unidos. Como se le instruye sumaria por aquel hecho, recibo órdenes de tenerlo preso, lo que hago, poniéndole centinelas de vista.

— Se destruye la parte central de los puentes de San Antonio y Martín Peña, pero se colocan unos tablones para que continúe el tránsito.

— Llegan noticias de que los americanos han capturado el puerto de Arroyo.

— Hoy han pasado por San Juan) camino de Río Piedras, donde se acantonarán, las fuerzas del batallón Patria, que desde Yauco, atravesando toda la cordillera cen- tral, se retiraron sobre Arecibo. Las manda el teniente coronel Ernesto Rodrigo, porque su jefe anterior, de igual empleo, se suicidó en aquella ciudad.

— Se dice que San Germán ha sido atacado por una partida de revoltosos. Fuerza de Alfonso XIII, desde Mayagüez, salió para dicha ciudad y se habla de muertos y heridos.

— • Hoy me han dicho que el capitán Salvador Acha, al trente de su guerrilla volante, atacó anoche a las fuerzas americanas que desembarcaron en Arroyo y las obligó a reembarcarse.

Agosto, 3. — El remolcador Guipúzcoa, que encayó en Punta Salinas el día que el crucero New Orleans cañoneó el Antonio López, se ha ido a pique.

— Ayer llegaron, en el ferrocarril, 90 caballos requisados por las autoridades