Hombres, mujeres y hasta niños ofrecieron su vida, su oro y el trabajo de sus brazos. No faltó un solo pueblo; todos formaron guerrillas voluntarias, secciones de macheteros y auxiliares. La Cruz Roja, impulsada desde San Juan por su delegado Manuel Fernández Juncos y por una dama de noble corazón y talento preclaro, Dolores Aybar de Acuña, inteligentemente secundados por los demás miembros de la benéfica Institución, realizó en Puerto Rico un trabajo tan excepcional y efectivo como jamás podrá igualarse en ningún otro tiempo.
La Correspondencia de Puerto Rico, cuyo director y editor Ramón López, liberal de abolengo y hombre considerado como sospechoso por el Gobierno español, publicó el día 23 de abril el siguiente editorial:
De hora en hora se levanta más el espíritu público en esta capital y en toda la Isla.
LA PATRIA ESTÁ EN PELIGRO, es la voz que se escapa de todos los corazones. Y es preciso defenderla hasta el último momento mientras palpite en nuestras venas la noble sangre española que da vida a nuestro organismo.
Puerto Rico, país pacífico por excelencia, tiene que demostrar al mundo que, cuando las circunstancias lo exigen, sabe también, como lo ha hecho otras veces, empuñar el fusil para volar allí donde la patria reclama sus servicios; donde la bandera que cobijó nuestra cuna necesita mantenerse enhiesta, dando sombra al solar que nos legaron honrado nuestros progenitores.
El extranjero nos amenaza y es preciso que nos opongamos al extranjero. Es necesario que recordemos aquellas campañas épicas del siglo pasado y de principios del actual, que nos valieron el título de siempre fieles; que nos colocaron a la altura de los que allá en la madre España nos dieron hasta la saciedad ejemplos de abnegación y de civismo.
¡Viva España!, es la voz que debe salir de nuestros labios.
¡Viva el orden!, debe ser el ideal que persigamos sin tregua al defender la bandera nacional y el terruño querido donde radican nuestros intereses y donde viven nuestras familias.
El camino que debemos seguir está trazado; es el que aconseja la voz del deber y aun la propia garantía personal.
Agrupémonos todos al lado de nuestras autoridades; prestémosles incondicionalmente nuestro más decidido apoyo, y estas horas de pruebas de hoy se trocarán pronto en horas de glorias, en horas de legítima satisfacción y de ventura.
Recordemos que el orden y la moralidad, que son en todo tiempo la principal base social, son hoy, más que nunca, un deber ineludible de la ciudadanía.
Olvidemos todas nuestras disensiones políticas domésticas. Es preciso el concurso de todos los ciudadanos, de todos los españoles para conseguir el ideal común:
La integridad nacional.
La defensa de esta patria tan amada.
¡Viva España!