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A. RIVERO
 

hombres, su fortuna y su existencia, sin vacilación ninguna, desdeñoso del peligro y satisfecho de ofrecerse en holocausto a los más nobles sentimientos de lealtad y de hidalguía. Vemos desde aquí con orgullo a nuestros hermanos de Europa que se aprestan a vencer o a sucumbir y queremos confundirnos con ellos en el éxito triunfal de las armas españolas.

Colocados por la naturaleza en el centro de las próximas batallas, nuestra energía presente podrá medirse por nuestra eterna templanza. No renunciaremos jamás a la bandera que protegió nuestras cunas y protegerá nuestros sepulcros. Descanse la isla entera en la razón que es toda de España, y dispóngase a secundar con eficacia la acción directora del Gobierno y a sostener con denuedo el nombre augusto y la soberanía indiscutible de la patria.

San Juan de Puerto Rico, 22 de abril de 1898.—Francisco Mariano Quiñones.—Luis Muñoz Rivera.—Manuel Fernández Juncos.—Juan Hernández López.—Manuel F. Rossy.—José S. Quiñones.

Este notable documento, que causó profunda sensación en toda la Isla, fué redactado por el abogado, miembro del Consejo, D.Juan Hernández López, y mereció que todos sus compañeros lo aprobasen sin una sola enmienda.

El 23 de abril publicó el general Macías la siguiente proclama:

«HABITANTES de Puerto Rico:

Ha llegado el día de prueba, la hora de las grandes resoluciones y de los grandes heroísmos. La República de los Estados Unidos confiada en sus poderosos recursos materiales y en la impunidad con que ha podido alentar hasta hoy la guerra separatista, ha votado en su Cámara la intervención armada en la Isla de Cuba, rompiendo las hostilidades, hollando los derechos de España y el sentido moral de los pueblos civilizados. Es un hecho la declaración de la guerra, y del mismo modo que sus fuerzas navales encaminan su acción a la Isla de Cuba, se dirigen a Puerto Rico, donde seguramente se estrellarán enfrente de la lealtad y el valor de sus habitantes, que preferirán sucumbir mil veces antes de rendirse a las armas de los usurpadores.

No imaginéis que la metrópoli nos abandona. Sigue con entusiasmo y fe nuestros movimientos y viene en nuestra ayuda. Las escuadras están dispuestas al combate; las fuerzas todas apercibidas y los mismos mares surcados por Colón en sus gloriosas carabelas serán testigos de nuestras victorias. No permitirá la Providencia que en estas tierras descubiertas por la raza hispana dejen de repercutir los ecos de su idioma, desapareciendo el flamear de nuestras banderas.

Habitantes de Puerto Rico: ha llegado el momento de los heroísmos y de contestar, fuertes en la razón y la justicia, a la guerra con la guerra.

¡Viva Puerto Rico siempre Español!
 ¡Viva España!—Macías.»


El país, como un solo hombre, se puso en pie de guerra respondiendo a la llamada del representante de la Corona de España y de sus consejeros insulares.