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A. RIVERO
 

de la bandera española, que se llamó, y con ese nombre figura aún en los catálogos de los floristas, Cerveras pink^ o Admiral pink.

Por pública suscripción, y al saberse en los Estados Unidos los males que aque- jaban a Cervera, se adquirió y se le ofreció, aunque él declinó el obsequio, una her- mosa finca en Florida.

El mismo Mr. Me Guffey escribió en la revista The Central Digestí de los Estados Unidos, lo que sigue:

<?:Su benévolo rostro (el del almirante) era reflejo fiel de su hermoso corazón; su tipo, más que español, parecía alemán. Por los retratos que yo había visto de él en los periódicos, debía ser más bajo de estatura de lo que ahora pude ver. Por la apa- riencia podía tener cinco pies y lO pulgadas de alto, algo inclinado hacia delante y grueso. Hablaba llanamente^ y no puedo decir si conocía o no el inglés, pues yo me encontraba ansioso de practicar el español.

Le recordé, elogiándole, su cortesía con Flobson; pero cuando quise expresar el alto aprecio que los americanos habíamos hecho de su trato para con él, vi en el semblante claras muestras de confusión; evidentemente le contrariaba que se hablase en su elogio, y me contestó que no merecía alabanza, y, con breve respuesta, puso fin a la conversación, diciendo: «Esas cosas son corrientes entre militares.» h.sta fué la primer muestra de lo que vi, y tanto debía después estimar; es decir, la extrema- da y verdadera modestia que posee este hombre singular y extraordinario.»

Por su mucha extensión no sigo traduciendo el trabajo de este literato, quien terminó su conferencia ofreciendo a Cervera 20.000 dólares, si accedía a realizar con él una tournée por los Estados Unidos y con el objeto de dar conferencias públicas.

Míster Arthur Bird propuso, en el diario The Sydney Record^ que se recaudasen fondos para fabricar y ofrecer al almirante Cervera una copa de honor.

Asesinado Mac-Kinley el 14 de septiembre de IQOI, la Prensa americana pidió por cable al almirante una carta o un telegrama de pésame para publicarlo. Cervera contestó abominando del crimen y condenando la acción villana del asesino; pero al mismo tiempo aprovechó la oportunidad, aunque guardando todos los respetos al muerto, para protestar, una vez más, contra su acción injusta de declarar la guerra a España por causas infamantes, cuyo falso origen se negó siempre a investigar. A pesar de este cable, que fué un jarro de agua helada que cayera sobre los entusias- mos del pueblo americano hacia el almirante, aquél reaccionó prontamente y siguió adelante la suscripción para adquirir la copa de referencia. Poco tiempo después Mr. Bird llegó a Puerto Real y entregó al general Cervera una copa, maravillosa- mente cincelada, acompañada de un mensaje, en cartulina negra, con el siguiente título: «Memorial a Pascual Cervera, almirante de la escuadra española.»

Este documento, del cual me han permitido sacar copia los hijos del llorado al- mirante, lleva las firmas de numerosos norteamericanos prominentes en todos los Círculos de los Estados Unidos.

Desde algún tiempo antes de esta ocurrencia, y como he dicho, había comenzado una reacción favorable a Cervera en la opinión pública española, y es que a todo un pueblo no puede engañársele para siempre. El 26 de marzo de 1895, ^^ periódico A B Cabrio un concurso para que el pueblo designase a sus hombres más compe- tentes, y con objeto de presentarlos al Monarca como ministros verdad de un Go- bierno nacional. La votación, después del escrutinio, fué como sigue:

Cervera 35-968 votos.

Sánchez de Toca "^á^.w^ ídem.

Maura 21.218 ídem.

Otros varios.. ; 21.612 ídem.