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APENDICE NUMERO 16

Dos auxiliares, entre los muchos que, durante la guerra hispanoamericana, tuvo en Puerto Rico el ejército invasor.

CARLOS PATTERNE Y RAFAEL LARROCA

El mismo día, 28 de julio, en que el general Wilson entró en la ciudad de Ponce, y en la casa donde se alojaba, calle Mayor, número 6, le fué presentado por D. Lucas Valdivieso el joven Carlos Patterne, como hombre de acción, deseoso de prestar sus servicios al ejército americano. Wilson le dió instrucciones para que se dirigiese inmediatamente a San Juan, procurando obtener en dicha capital toda la información que le fuera posible, y sondeando la opinión de los portorriqueños más prominentes respecto al desembarco por Guánica. Patterne se puso en camino hacia Guayama, y desde allí pudo llegar, sin contra- tiempo alguno, al barrio de Hato Rey, San Juan, donde pasó la noche oculto en la casa de un mulato llamado Manuel Pastrana; al siguiente día, muy temprano, entró en San Juan, y en el edificio que ocupaba el Ateneo conferenció con Ramón Ruiz, el cual le puso en contacto con diversas personalidades, de quienes obtuvo cuantas noticias necesitaba, y aquella misma noche recibió de manos de José G. del Valle un memorándum secreto, y firmado por éste, para el general Wilson, docu- mento que contenía valiosa información acerca del espíritu de las tropas, obras de defensa de la plaza, campamentos de Martín Peña y Hato Rey, y otros detalles de igual naturaleza. Carlos Patterne se dirigió en coche a Caguas, y en esta ciudad se unió al joven Rafael Larroca, quien por entonces sustentaba ideales separatistas; se repartieron los papeles, y como un grupo de oficiales de infantería española entrase en el restaurante donde aquéllos almorzaban ¹, y temiendo algún contratiempo, abandonaron la pobla- ción, y a través del campo y por el barrio Cercadillo y otros más, llegaron hasta Salinas, donde Luis Caballer les prestó toda clase de auxilio cuando supo la misión que desempeñaban. Los documentos los ocultaron en las alpargatas que calzaban. Desde Salinas, ambos jóvenes siguieron a Ponce, y allí se separaron. Patterne evacuó su comisión cerca del general Wilson, quedando éste tan satisfecho que le rogó saliese en el acto para Coamo, a fin de obtener nuevos informes. Dicho joven pudo entrar en aquella villa sin inspirar sospechas, y adquirió noticia exacta de la guarnición y medios de defensa con que contaba el comandante Illescas allí destaca- do. Auxiliado por un maestro de escuela rural, de apellido Huertas, recorrió todos los caminos vecinales por los cuales se podía flanquear a Coamo, y después de tra- zar un ligero croquis, escapó, llegando otra vez a Ponce. Acompañó más tarde al general Wilson y a toda la brigada Ernst en sus operaciones, desde que salieron de su campamento, a orillas del río Descalabrado, hasta cesar las hostilidades frente a las posiciones del Asomante. 1 Notas sacadas del archivo particular del autor, en el que constan cuantas comisiones a favor del ejér- cito invasor realizaron muchos portorriqueños, y algunos de los cuales ocupan hoy elevadas posiciones en la Isla.