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A. RIVERO
 

lugar en las naves para los valientes artilleros, ÚNICOS Y EXCLUSIVOS DEFENSORES DE LA PLAZA DE SAN JUAN, EL 12 DE MAYO DE 1898. Se obligó a soportar el más triste dolor y la más injusta de las humillaciones a los que supieron ganar con su valor y con su esfuerzo la única victoria obtenida por las armas españolas en la guerra hispano- americana.

Este epílogo es una demostración objetiva del desbarajuste que hasta últi- ma hora reinó entre los hombres que constituían el Alto Mando en Puerto Rico, N. del A. General de brigada D. José Nouvilas y Villar, quien, con el empleo de comandante, mandaba las posiciones del Asomante el año 1898.