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A. RIVERO
 

Bonnin, Miguel de Porrata Doria y lamilia, familia Puventud, Emilio A. Suau, Rafael Rivera Esbri, Pedro Fuliana, José González Ossorio, Mariano Plebilla y algunas más.

Dieron guardia de honor los soldados del Regimiento de España y camilleros de la Cruz Roja, y miliares de personas desfilaron ante los gloriosos restos del ilustre muerto.

A la caída de la tarde del siguiente día tuvo lugar el solemne entierro de los restos, acto que fué una nueva manifestación de duelo, y al cual no faltó nadie en Cartagena. jNoble pueblo!: Pueblo generoso que así honra a su hijo heroico, muerto por la Patria, es pueblo merecedor de los más altos destinos. Y por esto, y desde estas páginas, yo envío a los habitantes todos de la nobilísima ciudad de Cartagena el testimonio de mi respeto y mis alabanzas por aquellos actos hermosos realizados en honor del que en vida fué mi compañero y excelente amigo el comandante don Rafael Martínez lilescas, héroe no superado por otro alguno en aquella desgraciada campaña del año 1 898.

Y si algún día mi buena suerte me permitiera llegar hasta Cartagena, iría yo a su cementerio a doblar mis rodillas junto a la tumba de lilescas, y a colocar sobre ella las siemprevivas y las azucenas de mi cariño de compañero y como tributo de justi- cia a su valor, a su heroicidad rayana en delirio, que le obligó a buscar la muerte de manera que causó profunda admiración a sus mismos enemigos, y para que no se dijese que un jefe de tropas españolas, 200 hombres o poco más, casi copados por toda una brigada, se habían rendido sin combatir, retirándose por un camino de he- rradura que a espaldas suyas había.

No figura el nombre de lilescas entre los que decoran el grandioso monumento que se levanta en el Parque del Oeste, en Madrid, y como tributo a los héroes de aquella guerra; mas no importa: algún día será reparada esta omisión, y un nuevo nombre en letras de oro mostrará a las generaciones venideras cómo el soldado es- pañol, en todas partes, encuentra muerte gloriosa por defender el honor de su bandera.

COMENTARIOS SOBRE UN ACTO

(Tomado de EL Día, diario de Ponce, Puerto Rico, de 25 de mayo de 1915)

La fiesta patriótica celebrada con motivo del traslado de los restos del militar español Rafael Martínez lilescas, desde Puerto Rico a España, se presta a muy opor- tunos comentarios.

P"ué un acto espléndido, en el que palpitó el patriotismo como agente moral de los elementos españoles, y la justicia como factor moral de los elementos portorri- queños.

Al acto concurrieron muchos americanos que no escatiman su ferviente admira- ción por los hombres que saben defender su honor y su patria.

La ciudad de Ponce ha estado a la altura de su deber. El municipio de la ciudad; las corporaciones sociales, políticas y financieras; extranjeros y nativos; el pueblo con todas sus representaciones, han contribuido al esplendor de esta fiesta, que hace honor a los patrocinadores y a los que la han secundado con su personal entu- siasmo.

La figura del hombre que cayó mártir en Coamo, frente a frente del enemigo en lucha, cumpliendo con su deber militar y su conciencia, surgió del momento histórico con su propia luz y su propio contorno caballeresco y gallardo.

Más de cien automóviles llenaban la carretera y un pueblo en masa seguía los fúnebres restos con sagrado recogimiento. La multitud guardó un respeto profundo ante la ceremonia, como si se verificaran los funerales del héroe en aquel mismo día.