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Página:Cuentos (Ángel de Estrada).djvu/119

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Arturo Trailles — 109

en esas pruebas que no tienen la rigidez de personas que se retratan, sino el hálito de la vida risueña del instante. Se veía en ellas con su cara juvenil, con una copa en la mano, con una sonrisa en los labios... Ah! si se pudiera detener uno mismo, como el detalle en una placa. Pero el tiempo pone también en esos pedazos de vida que flotan sobre el olvido, un tinte de hojas de otoño por caer. Y cuan lastimosas resultan así, sonrisas estereotipadas hace veinte años!... Arturo, huyendo de sus ideas, prestó atención al fotógrafo.

— Pardon.

— ¿Cómo desea colocarnos?

— Pardon.... tengo que explicar. Madame haciendo bien un honor á mí y á mi arte, me dice fotografíenos Vd. Pero yo no tengo para hacer nubes sin vapor; yo me expreso mal, señoritas, estrellas sin luz.

Puso aquí el hombre una galante sonrisa, y, por final, declaró que no tenía negativos.

Las niñas se retiraron disgustadas, y el artista dando unos pasos misteriosos en torno de la glorieta, hizo un ademán que significaba.

— Qué fondo para grupo!

Arturo pensó, sonriendo: ¡Que tu caja permanezca siempre firme en bandolera, que el jaquet no sea renovado nunca, y sigas hoy