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Cuento de Navidad — 139

aleteos de ángeles, armonía maravillosa. Allá en el coro divino, Mimí transfigurado, canta, canta feliz. Marta llora, y él se escapa del coro: — ¿porqué sufres? mira qué lindo tu Mimí, y cómo puede volar.

Pero ella gime más; desea verle con sus rulos y su traje y no con esa luz divina, que lo aparta de su corazón; y él entonces se ríe, se vuelve el antiguo Mimí, y llenándola de gloria, dice:

— Tonta, si era una broma!

Marta despierta; alguien habla:

— ¡Parece que está dormido! —

Ah! el cajoncito azul, las velas llameantes, las flores cariñosas de las amigas del taller... un sollozo desgarrador llenó la bohardilla.


* * *

— Ya lo sabéis — dijo la presidenta.

— Son mil pesos — repitió la tesorera.

Las damas se miraron; parecían recogerse en el remordimiento de las cédulas no vendidas.

— ¿Qué resolvéis? Supongo que llenar el déficit á escote.

Nuevo silencio. La presidenta tocaba el piano con un dedo sobre la mesa, y la tesorera sacó la cuenta: