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EL PRÍNCIPE RUY
látigo que pega. Y el faisán resucita en el morral, y ríe; y la flor maravillosa, ríe; y Ruy, aterrado, huye y corre y los ecos de la selva repiten las risas implacables.
¡Pobre Príncipe! era loco. Y un antiguo dolor, que el bosque despertaba, le reproducía siempre la terrible escena.