Página:Cuentos - Eduarda Mansilla de Garcia.pdf/20

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida

Secaron se las patitas del canario, las plumas reducidas á polvo se volaron; pero el dolor de la jaulita solitaria, en vez de disminuir aumentaba. Se fastidiaba!... Nadie venia!... Solo las arañas afanadas, las moscas regañonas y los inquietos ratones, que le eran tan antipáticos, rompian la monotonia de una existencia triste y solitaria.

Oh sorpresa! Un rayo de luz viene a alegrar el lóbrego recinto.

«Tómala, si quieres,» dice una voz alegre y dos personas penetran en el oscuro caramanchel.

La jaulita reconoce luego en una de ellas á su antiguo camarada, el jorobadito Camilo del almacen de la calle de la Victoria, y algo que se asemeja al contento penetra en todo su sér. Aquellos dias entónces pálidos, descoloridos, hoy la parecen dias felices; y si una jaulita dorada pudiera tener remordimientos, los hubiera sentido la pagoda chinesca de campanitas rojas como la flor del granado.

14