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Un Descenso por el Maelström

la bovedilla; y me precipité en el mar sin más vacilación.

"El resultado fué precisamente el que esperaba. Como soy yo mismo quien os relata esta historia; como veis que llegué a escapar; y como conocéis ahora la forma en que realicé mi salvación; y debéis, por consiguiente, anticiparos todo lo que me falta decir, llevaré mi historia rápidamente a su conclusión. Habría pasado una hora o algo así después que abandoné la goleta cuando, habiendo descendido a gran distancia debajo del sitio en que yo me encontraba, dió tres o cuatro giros violentos en rápida sucesión y, arrastrando a mi amado hermano en su seno, se precipitó de una vez para siempre en el caos de espuma del abismo. El barril al cual me había yo atado hallábase algo más abajo de la distancia media entre el fondo del torbellino y el punto en que yo salté fuera del barco, cuando se presentó un gran cambio en la índole del remolino. La pendiente de los costados se volvió cada vez menos inclinada. Los giros hiciéronse menos y menos violentos. Desaparecieron poco a poco la espuma y el arco iris; y el fondo del abismo pareció elevarse lentamente. El cielo estaba claro, el viento había caído, y la luna llena se ponía radiantemente en el oeste cuando me encontré en la superficie del océano, en frente de las playas de Lofoden y sobre el sitio en que el remolino del Móskoe-ström había existido. Era la hora de calma de la marea, pero todavía el mar se elevaba en olas como montañas por efecto del huracán. Me vi arrastrado violen-