vemos obligados a ensombrecer nuestra historia
repentinamente. Lanzando una ojeada al May-pole
encontramos que un solitario rayo de sol se
desvanece en su cima dejando solamente un débil
matiz dorado fundiéndose entre los tonos irisados
de la bandera. Aun esta dudosa luz comienza a
desaparecer, abandonando el dominio entero de
Merry Mount a las brumas del atardecer, que tan
instantáneamente han surgido de los negros bosques
circunvecinos. Mas algunas de estas obscuras
sombras asumen figura humana.
Sí; con el sol poniente, ha pasado para Merry Mount su último día de regocijo. El círculo de alegres máscaras estaba roto y en desorden; el ciervo bajaba sus astas tristemente; el lobo se volvía más débil que un cordero; los cascabeles de los danzantes moriscos repiqueteaban con trémulos sones de terror. Los puritanos habían tomado una parte característica en la mascarada del May-pole. Sus sombrias figuras mezclábanse a las bizarras formas de sus enemigos, convirtiendo la escena en un cuadro de actualidad semejante al despertar de la mente en medio de las fantasías desparpajadas de un sueño. El jefe del bando hostil erguíase en el centro del círculo, mientras el séquito de monstruos se inclinaba en torno suyo semejando espíritus del mal en presencia de un mago temido. Ninguna farsa fantástica podía continuarse en su presencia. Tan indomable se revelaba la energía de su continente, que la figura entera, rostro cuerpo y ánima, parecía forjada en hierro, toda de una pieza con el casco y