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Cuentos de amor de locura y de muerte
do Cooper, siguiendo el rastro de sangre, halló a Yaguaí muerto al borde del pozo del bananal.
De pésimo humor volvió a casa, y la primer pregunta de Julia fué por el perro chico.
—Murió, papá?
—Sí, allá en el pozo... es Yaguaí.
Cogió la pala, y seguido de sus dos hijos consternados, fué al pozo. Julia, después de mirar un momento inmóvil, se acercó despacio a sollozar junto al pantalón de Cooper.
¡Qué hiciste, papá!
—No sabía, chiquita... Apártate un momento.
En el bananal enterró a su perro, apisonó la tierra encima y regresó profundamente disgustado, llevando de la mano a sus dos chicos que lloraban despacio para que su padre no los sintiera.
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