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Horacio Quiroga

en su cerebro delirante la semilla privilegiada?

¿Qué quiere que se sepa de esto?

—Sin duda.... repuse a su mirada siempre interrogante, sintiéndome al mismo tiempo bastante enfriado al verme convertido en sujeto gratuito de divagación cerebral, primero, y en agente terapéutico, después.

En ese momento entró Luis Maria.

—Mamá lo llama dijo al médico. Y volviéndose a mí, con una sonrisa forzada:

—¿Lo enteró Ayestarain de lo que pasa?... Sería cosa de volverse loco con otra persona...

Esto de otra persona merece una explicación. Los Funes, y en particular la familia de que comenzaba a formar tan ridícula parte, tienen un fuerte orgullo; por motivos de abolengo, supongo, y por su fortuna, que me parece lo más cierto. Siendo así, se daban por pasablemente satisfechos con que las fantasías amorosas del hermoso retoño se hubieran detenido en mí, Carlos Durán, ingeniero, en vez de mariposear sobre un sujeto cualquiera de insuficiente posición social. Así, pues, agradecí en mi fuero interno el distingo de que me hacía honor el joven patricio.

—Es extraordinario....—recomenzó Luis María, haciendo correr con disgusto los fósforos sobre la mesa. Y un momento después, con una nueva sonrisa forzada:

—No tendría inconveniente en acompañarnos un rato? ¿Ya sabe, no? Creo que vuelve Ayestarain.

En efecto, éste entraba.

—Empieza otra vez... — sacudió la cabeza, miCitized by Google