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Horacio Quiroga

¿Feliz?...—repeti sin embargo.— Por el amor estrafalario que Vd. ha inventado con su meningitis?

Ayestarain tornó a mirarme fijamente, pero esta vez crei notar un vago, vaguísimo dejo de amargura.

—Y aunque no fuera más que eso, grandísimo zonzo...ha murmurado, cogiéndome del brazo para salir.

En el camino—hemos ido al Aguila, a tomar el vermut—me ha explicado bien claro tres cosas.

1°: que mi presencia al lado de la enferma era absolutamente necesaria, dado el estado de profunda excitación—depresión, todo en uno, de su delirio.—2⁹ que los Fune abían comprendido así, ni más ni menos, a despecho de lo raro, subrepticio e inconveniente que pudiera parecer la aventura, constándoles, está claro, lo artificial de todo aquel amor.—3°: que los Funes han confiado sencillamente en mi educación, para que me dé cuenta—sumamente clara del sentido terapéutico que ha tenido mi presencia ante la enferma, y la de la enferma ante mí.

—Sobre todo lo último, ¿eh?—he agregado a guisa de comentario.—El objeto de toda esta charla es éste: que no vaya yo jamás a creer que María Elvira siente la menor inclinación real hacia mí. ¿Es eso?

— Claro!—se ha encogido de hombros el médico.Póngase Vd. en su lugar...

Y tiene razón el bendito hombre. Porque a la sola probabilidad de que ella...

Anoche cené en lo de Funes. No era precisamente una comida alegre, si bien Luis María, por lo menos, estuvo muy cordial conmigo. Querría decir lo misCitized by Google