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Horacio Quiroga

Nébel levantó los ojos:

—Soltera?

—Si... ¡Cuánto se alegrará cuando le cuente!

¿Por qué no le da ese gusto a la pobre? ¿No quiere ir a vernos?

—Con mucho gusto..murmuró Nébel.

—Sí, vaya pronto; ya sabe lo que hemos sido para... En fin, Boedo, 1483; departamento 14...

Nuestra posición es tan mezquina...

— Oh! — protestó el, levantándose para irse. Prometió ir muy pronto.

Doce días después Nébel debía volver al ingenio, y antes quiso cumplir su promesa. Fué allá — un miserable departamento de arrabal. La señora de Arrizabalaga lo recibió, mientras Lidia se arreglaba un poco.

— Conque once años! — observó de nuevo la madre. ¡Cómo pasa el tiempo! Y usted que podría tener una infinidad de hijos con Lidia!

—Seguramente sonrió Nébel, mirando a su re— dedor.

¡Oh! ¡no estamos muy bien ! Y sobre todo como debe estar puesta su casa... Siempre oigo hablar de sus cañaverales... ¿Es ése su único establecimiento?

—Sí... en Entre Ríos también...

¡Qué feliz! Si pudiera uno... ¡Siempre deseando ir a pasar unos meses en el campo, y siempre con el deseo!

Se calló, echando una fugaz mirada a Nébel. EsCitized by Google