Página:Cuentos de amor de locura y de muerte (1918).pdf/59

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
51
Cuentos de amor de locura y de muerte

Kassim sonrió de nuevo, tocándole con torpe caricia la mano, y se levantó a proseguir su tarea. Su mujer, con la cara entre las manos, lo siguió con la vista.

51 —Y no me dice más que eso...murmuró. Y con una honda náusea por aquello pegajoso, fofo e inerte que era su marido, se fué a su cuarto.

No durmió bien. Despertó, tarde ya, y vió luz en el taller; su marido continuaba trabajando. Una hora después Kassim oyó un alarido.

— Dámelo!

—Sí, es para ti; falta poco, María. —repuso presuroso, levantándose. Pero su mujer, tras ese grito de pesadilla, dormía de nuevo. A las dos de la mañana Kassim pudo dar por terminada su tarea; el brillante resplandecía firme y varonil en su engatce. Con paso silencioso fué al dormitorio y encendió la veladora María dormía de espaldás, en la blancura helada de su camisón y de la sábana.

Fué al taller y volvió de nuevo. Contempló un rato el seno casi descubierto, y con una descolorida sonrisa apartó un poco más el camisón desprendido.

Su mujer no lo sintió.

No había mucha luz. El rostro de Kassim adquirió de pronto una dura inmovilidad, y suspendiendo un instante la joya a flor del seno desnudo, hundió, firme y perpendicular como un clavo, el alfiler entero en el corazón de su mujer.

Hubo una brusca abertura de ojos, seguida de una lenta caída de párpados. Los dedos se arquearon, y nada más.

La joya, sacudida por la convulsión del ganglio Din tired by Google