Página:Cuentos de amor de locura y de muerte (1918).pdf/66

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
58
Horacio Quiroga

cara caía de costado bajo el brazo crispado al respaldo.

Pasó un rato aún. La injusticia de mi actitudno veía más que injusticia—acrecentaba el profundo disgusto de mi mismo. Por eso cuando oí, o más bien sentí, que las lágrimas salían al fin, me levanté con un violento chasquido de lengua.

—Yo creía que no íbamos a tener más escenasle dije paseándome.

No me respondió, y agregué:

—Pero que sea ésta la última.

Sentí que las lágrimas se detenían, y bajo ellas me respondió un momento después:

—Como quieras.

Pero en seguida cayó sollozando sobre el sofá:

—¡Pero qué te he hecho! ¡qué te he hecho!

— Nada!—le respondí—Pero yo tampoco te he hecho nada a ti... Creo que estamos en el mismo caso. ¡ Estoy harto de estas cosas!

Mi voz era seguramente mucho más dura que mis palabras. Inés se incorporó, y sosteniéndose en el brazo del sofá, repitió, helada:

—Como quieras.

Era una despedida. Yo iba a romper, y se me adelantaban. El amor propio, el vil amor propio tocado a vivo, me hizo responder:

—Perfectamente... Me voy. Que seas más feliz... otra vez.

No comprendió, y me miro con extrañeza. Había cometido la primer infamia; y como en esos casos, sentí el vértigo de enlodarme más aún.

Citized by Google