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LA HADA BERLIQUETA.
rase que se era un arrapiezo de muchacho de unos doce años, pero tan chiquirritin, tan chiquirritin, que ya desde que nació le pusieron el apodo de Chilindrina, que quiere decir cosa de poco valor, ó de nonada. Hijos mios, el tal Chilindrina no subia del suelo tanto como una de mis botas; pero le sobraba en ruindad lo que la naturaleza le había negado en tamaño: era la piel del diablo, malo como pollino záino y mal intencionado como un mico. Como desde muy corta edad hubiese quedado huérfano, su