porque ántes de que pudiese llegar al primer peldaño de la escalera, ya los dos hermanos le habian atravesado el cuerpo con sus espadas, y cayó muerto. La infeliz mujer, casi tan muerta como su marido, no tuvo aliento siquiera para abrazar á sus hermanos.
Vióse luego que Barba-azul no dejaba ningun heredero, y que por lo tanto su mujer quedaba dueña y señora de todas sus riquezas. Una buena porcion de la herencia la destinó para casar á su hermanita Ana con un jóven gentilhombre que desde mucho tiempo la amaba; con otra parte de los bienes compró empleos de capitan, para sus hermanos; y lo restante le sirvió para casarse ella misma con un sugeto de excelentes prendas, en cuyos brazos olvidó pronto los malos tratamientos de su difunto y desalmado consorte Barba-azul.
Si la curiosidad tiene su encanto,
Causa es tambien de llanto.
De la docta experiencia bien lo infiero:
Placer tan soso y huero
(Perdonen las mujeres)
Es el más baladí de los placeres.
En esperanza inquieta y martiriza,
Y al tocarlo deshácese en ceniza.
Por muy barato que un placer tan raro
Se llegate á comprar, es siempre caro.