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- Es necesario obedecer. Abrazó a su hija, pareció querer devorarla con la mirada, besóla con la efusión del cariño maternal y llorando a mares se separó de ella. Cerca de la ciudad, había un monasterio famoso por su antiguedad, habitado por monjas sujetas a una regla austera y regidas por una abadesa ilustre por su piedad. Allí fue llevada la niña sin declarar su nombre ni cuna; si bien algunas preciosas albajan que se hallaron, indicaron que no quedarían sin recompensa los cuidados que se la prodigaran. El príncipe se entregó con más ardor que antes a los violentos ejercicios de la caza para ahogar la voz de su conciencia, que le reprendía su crueldad, y cuando volvió a presentarse delante de su esposa lo hizo con el recelo del que va a hallarse enfrente de una fiera a la que ha arrebatado sus pequeñuelos; pero Grisélida le recibió con la misma ternura y tuvo para él sonrisas tan dulces como en los mejores días de su felicidad. Tal proceder conmovióle, mas logrí la desconfianza dominarle; dos día despues, queriendo sujetar a su esposa a mas rudas pruebas, le dijo con fingido sentimiento que su hija habia muerto. Tan funesto fue el efecto producido por la terrible nueva, que el principe sintió por un instante el behemente deseos de poner termino al dolor de Grisélida dicienola que la noticia era inexacta; pero siempre desconfiado, quedaron vencidos los nobles impetus de su corazon. La infeliz princesa procuró hacerse superor a sus penas y mostrarse cada vez más amante con su marido.