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es el propósito de mi marido, bendito sea Dios que prueba mi constrancia y mi fé, a cuya suprema bondad soy deudora de que por medio de tantas contrariedades, quiera corregir mis defectos. Bendito sea ese rigor, que por más que me haga sufrir es tan provechoso; y bendita sea la bondad paternal de Dios y la mano de que sirv para mi salvación! A pesar de que Grisélida obedecía sin replicar todas las órdenes del príncipe, éste decía: -Su virtud es fingida y su hipócrita resignación se debe a que no la he herido en lo que ama. Su hija ha de vencerla. Entró a su cámara y hallóla que estaba jugando con la princesita despues dehaberla amamantado. -Mucho lo amas, murmuró su marido, pero es necesario que te separes de ella, porque quiero que desde la más tierna edad se formen sus costumbres y, además, preservarla de ciertos defetos que a tu lado podría adquirir. Su buena duerte ha querido que enconrase una dama de talento que sabrá infundir en su alma todas las virtudes y darle la educación que corresponde a una princesa. Por lo tanto, disponte a separarte de tu hija. pues en breve vendrán por ella. Pronunciadas estas palabras salió el príncipe de la estancia, pues no tuvo el corazón bastante duro para presenciar el cumplimiento de sus órdenes y ver como arrebataban la única prenda de su amor a Grisélida, que llorando y abatida esperó el falta momento. Cuando apareció la personas encargada de dar cumplimiento al mandato del príncipe, la infeliz madre murmuró: