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tado el astrólogo sobre un magnífico sofá, dormitaba dando cabezadas al sonido de la lira de la princesa, que segun los efectos egercia un poder mágico sobre sus sentidos.

Buscó Aben-Habuz esta hendedura; mas no le fue posible encontrarla, porque sin duda habia vuelto á cerrarse. Tambien reiteró las tentativas de la escavacion; mas fueron tan infructuosas como las primeras: y es que ningun poder humano podia superar al encanto de la mano y la llave. En cuanto á la cumbre del monte, donde debian haberse construido el palacio y los jardines ofrecidos, ora fuese que dicho elíseo permaneciese invisible por efecto del encanto, ora que no hubiese existido jamas, y solo fuera una fábula del astrólogo; lo cierto es que allí no se