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amor es una felicidad tan grande, y tanta pena causa la ausencia del objeto amado, ¡no permita Allah que yo turbe la alegria de dos amantes!»

Dicho esto abrió la jaula, sacó el palomo y le dejó sobre la ventana. «Ve, dijo, ave dichosa, goza con la amada de tu corazon los hermosos dias de la juventud y la deliciosa estacion de la primavera. ¿Con qué razon habia yo de retenerte en este triste encierro, adonde jamas podrá penetrar el amor?»

Batió el ave las alas en señal de contento, formó un círculo en el aire, y voló como una flecha hácia los floridos bosquecillos del Darro.

Siguióla Ahmed con los ojos hasta perderla de vista, y quedó sumergido en la mas profunda tristeza. El canto de las aves que tanto le com-