hacia los pies —. ¡No saben ya ni escribir verde estos franceses!
— Es que agotaron el tema.
— ¿Qué hora es?
— Las ocho.
— ¿De la mañana?... ¡Qué barbaridad!
— No, de la noche: sino que ha salido el sol por orden de tu papá para que veas.
— ¡Oh, mi papá es muy galante!... ¡Mira que comprar esta finca de placer en un aburridero!
Ladi bostezó, dejándose caer de espaldas. Nita bostezó también, sentándose en la cama.
— Chiquilla, cómo tienes esto, igual que una perrera. ¿Te dió tentaciones Phocas?
— Completamente imbécil, con su inglés. En su lugar habría buscado una inglesa... y papá en mamán en seguida... para ver de ser pronto papá con todos los egoísmos. He caído en la cuenta de por qué mi papá ha comprado esto en Asturias; no por lindo... sino porque siendo él un reumático y dispépsico a quien nunca duele nada y que come más que yo, se ha buscado el intermedio entra Caldas y Mondariz.
— ¡Puede que tengas razón!
— Pero le voy a armar un toreo de nervios, ¿sabes?... y nos llevará a San Sebastián.
— ¡Ya, para qué! ¡A buenas horas!
— Pues te digo que el próximo año...
— Bueno, bien, anda, Ladi, mira, ¡levántate!