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La de los ojos color de uva — 125
cariño por ese hombre de genio, de porvenir..., y puedes decirle que desde hoy lo tendré a orgullo, ¡a orgullo!, ¿sabes?... Mañana almorzará en casa con nosotros... Yo lo invitaré.
— ¿A quién? ¿A ese facha? — respondió Ladi terrible de desprecio —. ¡No pienso verle más en la vida! ¡¡Vamonos!!
Y al impulso de querer levantarse del diván, cayó desplomada con un ataque de nervios.
Acudieron la prima y la mamá.
Le aflojaron un poco la cintura. Se repuso Ladi.
Pero sin consentir en volver siquiera al palco, salieron del teatro, que esperaba ebrio de entusiasmo los otros dos actos del maravilloso drama.