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124 — Felipe Trigo

— ¡Qué rayo!

Y la burlona Nita, la segunda vez que se alza el telón, le comparó con... «un ratón recién salido de una jofaina». En esto, al desaparecer el autor, de espaldas al fondo, tropezó con un mueble, y el público entero, sin dejar de aplaudir, rióse.

— Vamos, que yo te digo que si lo sacan al empezar el drama, se hunde, ¡Qué demonio de levita!

No hacía falta esta burla más de la prima, porque ya Ladi estaba descompuesta. Desde enfrente el húsar en su actitud gallarda la miraba y sonreía piadosamente...

Desvanecíase Ladi.

Se levantó con ligereza y se ocultó en el antepalco — sin que lo advirtiera apenas la familia, atenta a la ovación que siguió ruidosa mucho tiempo.

Ricardo salió a la escena siete veces. Hasta la impresión primera causada en el público por la ridiculez de su aspecto, se le tornó en simpatía fuertemente favorable a su pobreza y su humildad.

Cuando el padre de Ladi, emocionadísimo, fué a felicitarla, estrechando su mano, la encontró medio tendida en el diván del antepalco, temblorosos los labios y la mirada sin luz. ¡Pobre sensitiva tronchada por un huracán de venturas!...

— Perdóname — la dijo —; ya comprendo tu