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Página:Cuentos valencianos (1910).djvu/27

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¡Cosas de hombres!...

Cuando Visentico, el hijo de la siñá Serafina, volvió de Cuba, la calle de Borrull púsose en conmoción.

En torno de su.petaca, siempre repleta de picadura de la Habana, agrupábase la chavalería del barrio, ansiosa de har pitillos y escuchar estupendas historias con credulidad asombrosa.

— En Matanzas tuve yo una mulatita que quería nos casáramos lueguito... lueguito. Tenía millones, pero yo no quise porque me tira mucho esta tierresita.

Y esto era mentira. Seis años había permanecido fuera de Valencia, y decía tener olvidado el valenciano, á pesar de lo mucho que le tírala la tierresita. Había salido de allí con lengua, y volvía con un merengue derretido, á través del cual las palabras tomaban el tono empalagoso de una flauta melancólica.